Dificultades en la alimentación infantil

Cuando una familia se pone en contacto conmigo, lo más frecuente es que lo haga porque su peque “come poco” o “come mal”.

Dentro de esta clasificación encontramos situaciones tan diferentes como:

  • No quiere comer
  • Rechaza verduras
  • Se enfada en la mesa
  • No come trozos
  • Deja comida en el plato
  • Se atraganta
  • La hora de comer se hace eterna
  • Solo come con dibujos

 

Solemos decir que no pasa nada, que un peque sano, con comida en el plato, no se muere de hambre. Sin embargo, hay un pequeño porcentaje de niños a los que, si no echamos una mano, pueden tener problemas de salud, algunos de estos son por alteraciones en la percepción de nuestro entorno.

Hoy te voy a hablar de los problemas de alimentación relacionados con la INTEGRACIÓN SENSORIAL.

¿Qué es la integración sensorial?

Antes de empezar, necesitamos saber qué significa esto de la integración sensorial. La definimos como:

“El proceso neurológico encargado de organizar la información que percibimos, de nuestro cuerpo y del entorno.”

Esquema sistema nervioso

Gracias a este proceso somos capaces, por ejemplo, de andar en bici manteniendo el equilibrio, andar, correr, saltar, coger un objeto con precisión o cortar con cuchillo y tenedor.

Si hay alguna alteración en este proceso, la respuesta que se produce no es acorde al estímulo y esto puede influir en nuestro comportamiento, capacidad de atención o capacidad de hacer alguna actividad, si, también comer. En esto último nos vamos a centrar.

Analizando el momento de comer

Peque comiendo

Los adultos tenemos automatizado el proceso de comer, tanto que muchos adultos han conseguido desconectarse de las sensaciones durante la comida ¿recuerdas lo que comiste ayer?

Sin embargo, para los niños, sobre todo los más pequeños, comer es un entrenamiento que requiere de toda su atención y análisis.

La postura

Es uno de los aspectos más importantes a la hora de poner a un peque a comer. Tiene que estar correctamente sentado para poder explorar, sin cansarse, los alimentos.

IMPORTANTE, LOS PIES SIEMPRE APOYADOS.

Si tu peque no es capaz de permanecer sentado con la espalda recta, se sujeta la cabeza con la mano o no puede estar quieto durante la comida, sigue leyendo.

Planeamiento motor

Para poder comer, necesito ver la comida y analizar que tengo que hacer con ella, esto que tú y yo hacemos sin pensar, implica:

  • Ver la comida
  • Calcular a qué distancia está 
  • Calibrar la velocidad con la que muevo el brazo
  • Analizar con qué presión tengo que cogerlo (ya no hablamos si usa cubiertos)
  • Decidir con qué velocidad muevo el brazo para volver a la boca (y acertar)
  • Valorar cuanto lo meto en la boca y donde lo coloco
  • Masticar con la presión adecuada
  • Mover el alimento dentro de la boca, cerrando los labios para que no se salga
  • Tragar en el momento adecuado, con la coordinación suficiente para no atragantarme
  • Analizar si tengo la boca vacía antes de volver a empezar

 

¿Te das cuenta de la complejidad del asunto? En este camino, es donde pueden influir los desórdenes de integración sensorial.

Sistema propioceptivo

Nos da información de la posición y movimiento de nuestro cuerpo en el espacio, así que nos ayuda a mantener la postura, a saber dónde tenemos la boca y cómo movemos la comida en su interior, entre otras cosas.

En bici

Cuando no funciona correctamente a tu peque le puede costar:

  • Mantenerse sentado correctamente
  • Coordinar los movimientos de la mandíbula
  • Agarrar los cubiertos adecuadamente
  • Saber si la boca está llena o vacía

Sistema táctil

Está relacionado con las texturas, pero también es el que nos permite distinguir un empujón de un toque suave en el hombro.

Cuando no está bien “calibrado” podemos encontrar dos extremos:

  • Hipersensibilidad: genera un estado de alerta elevado, y hace que lo más sutil resulte desagradable. Puede dificultar la transición a la alimentación con sólidos o limitar mucho la ingesta de alimentos a unas pocas presentaciones.
  • Hiposensibilidad: en estos peques observamos que necesitan mucho más estímulo para generar una respuesta, así que, les encantan texturas y sabores extremos, se llenan mucho la boca, incluso a veces no son conscientes si el alimento está demasiado caliente. Pero no quiere decir que sean “buenos comedores”, pueden tener sus preferencias muy marcadas y dificultar mucho las cosas.
Bebé descalzo

Habitualmente, cuando valoramos esta situación con la familia y la trasladamos al terreno de juego, todo encaja:

  1. Peque que odiaba el césped de bebé, no soportaba llenarse las manos de arena o que le dieran achuchones y luego rechaza algunas texturas.
  2. Peque “brutote” al que le gusta jugar a saltar, columpiarse con fuerza, empujar y que es incapaz de comer como debería para su edad.

 

Si has visto a tu peque reflejado en alguno de los ejemplos de esta entrada, puede que tenga alguna alteración de la integración sensorial.

¿Qué puedes hacer?

Consulta con un profesional familiarizado con los problemas de alimentación relacionados con la integración sensorial, habitualmente terapeutas ocupacionales, aunque lo ideal es el trabajo interdisciplinar: terapeuta ocupacional, logopeda y dietista-nutricionista pediátrico.

Equipo profesional
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